En
el corral de una granja vivía un grupo de gallinas. Unas estaban gordas, porque
las alimentaban con pienso especial; además comían cuatro veces al día. Otras, en cambio, estaban flacas y
delgaduchas. Apenas les daban de comer, por lo que se pasaban el día picoteando sin encontrar otro alimento que las
migajas que sobraban de los festines de sus afortunadas compañeras, teniendo cada día más finitos sus cuerpos.
Las gallinas
gordas se lo pasaban de lo lindo burlándose de las flacas:
-¡Qué asco de
gallinas!. Flacuchas, esmirriadas... no
parece que seamos la misma clase de animales. ¡Miradnos a nosotras!; ¿no os
da envidia?.-
Las
gallinas flacas no sabían qué responder. ¡No era su culpa estar tan delgadas!.
Además, no eran tan feas; sólo estaban más
delgadas.
Llegó el
día de Año
Nuevo, y los
animales del gallinero
recibieron una visita inesperada: el jefe de los cocineros entró con un gran saco vacío. Todas las gallinas se alborotaron,
cacareando y agitando las alas. Naturalmente, el cocinero
eligió a las mejores gallinas para llenar su enorme puchero. En el fondo del
saco acabaron las más gordas y cebadas.
Dándose cuenta de cuál iba a ser su destino, las gallinas gordas
sintieron envidia de las flacas, y aunque suplicaron piedad al
cocinero, éste las echó sin contemplaciones al puchero, lleno a rebosar de agua
hirviendo.
Moraleja: no
despreciemos a los demás por su aspecto físico. Nunca se sabe la suerte que
tendrá cada uno.
[Adaptación de una fábula de Esopo]
• ¿Qué podemos aprender de la fábula?
• ¿Somos todos iguales?; ¿importa mucho el color
de la piel, la estatura o el peso para ser felices?; ¿por qué?
• Si tienes una estatura normal ¿cómo te sentirías
en el reino de los enanos?; ¿y en el de los gigantes?; ¿sabéis
que
en países muy próximos entre sí viven los seres humanos más pequeños del
planeta (los pigmeos) y los
más
altos (los watusis y otras tribus africanas)?